El Efecto Pigmalión debe su nombre a la mitología griega. Ovidio, en su “Metamorfosis”, recreó este mito y le hizo llegar a nuestros días. Pigmalión era un apasionado escultor que vivía en la isla de Creta. Modeló una escultura de marfil tan bella que se enamoró perdidamente de ella. Rogó a los dioses para que cobrara vida y poder amarla como mujer. Afrodita hizo realidad su deseo y dio vida a Galatea, que se convirtió en la deseada amante y compañera de Pigmalión. La expectativa se hizo realidad.
Se trata de un constructo psicológico,que se da en cualquier escenario social, según el cual las creencias y expectativas de una persona respecto a otra, afectan de tal manera su conducta que ésta segunda persona tiende a confirmarlas. También conocemos este efecto con el nombre de la profecía auto-cumplida, y puede tener como resultado un alto o un bajo rendimiento, en función de que las expectativas sean, igualmente, positivas o negativas.
La profecía auto-cumplida tiene una explicación científica relacionada con la neurociencia. Cuando alguien confía en nosotros y nos contagia esa confianza, nuestro sistema límbico reacciona acelerando la velocidad de nuestro pensamiento, incrementando nuestra lucidez, nuestra energía, mejorando, en consecuencia, nuestra atención, eficacia y eficiencia.
Un buen líder, una buena líder, debe saber transmitir expectativas positivas a su equipo. Si lo hace, sin duda, impactará en el buen rendimiento de ese grupo de personas. Pero también tiene que manejar estas expectativas en positivo para si mismo.Cuando estas expectativas, ya sean altas o bajas, proceden de una persona hacia sí misma el constructo se conoce como efecto Galatea.
En Exeo creemos que resulta de vital importancia cambiar el modo de expresarse y de formular las afirmaciones, preguntas y comentarios… la forma de mirar, el tono de voz, el contenido de nuestros mensajes.
Reconocer al otro por lo que es, por sus habilidades, mejora su autoestima, sus resultados, y su actitud ante la vida.
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